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Dolor crónico infantil. ¿En qué consiste y cómo detectarlo?

El dolor crónico afecta a todos. También a niños y a bebés. En el mundo entre el 15 y el 20% de los niños sufren dolor crónico. Una cifra que se eleva en España al 37% cuando acotamos la franja de edad entre los 8 y los 16 años. Sin embargo, el dolor crónico infantil sigue siendo un gran desconocido para la mayoría de los pacientes. Por eso, desde Medicina del Dolor, queremos acercarles esta patología y ofrecerles unas sencillas claves para detectarla en los más pequeños.

Como padre o madre, qué ha de saber sobre el dolor crónico infantil

El dolor es una experiencia tanto física como emocional, percibida y procesada por el cerebro que se convierte en un verdadero problema de salud. Cada niño tiene una percepción diferente del dolor, y el significado del dolor también es distinto de un pequeño a otro.

Un dolor se vuelve crónico cuando se prolonga más tiempo de la cura normal y no responde a ningún tratamiento. Por lo general, esto significa periodos continuos de dolor que superan los seis meses de duración.

Más allá de los problemas físicos, los expertos aseguran que la mayor parte de los factores que predisponen a la cronificación, también en niños, son psicosociales. Éstos pueden ser pensamientos negativos o catastróficos del problema, o emociones perjudiciales. Por ejemplo, el miedo al dolor o a determinadas conductas que lo puedan perpetuar, como pueden ser ciertos ejercicios o incluso las visitas al médico. Además, entre sus desencadenantes se suelen hallar razones relacionadas con el contexto y la conducta del niño y su entorno.

Cómo detectar el dolor en los niños

Muchas veces es complicado saber cuando un niño padece dolor crónico. Por lo general, más allá de los típicos berrinches, suelen quejarse pocas veces, comentan el dolor puntualmente y pronto lo suelen ignorar. Esto dificulta la tarea para averiguarlo. Por eso, le damos una serie de consejos:

  • Observe su conducta y advierta si hay algún tipo de cambio que nos alerte.
  • Tanto si se muestra excesivamente parado o demasiado activo, puede que algo no vaya bien
  • Fíjese en sus índices fisiológicos (frecuencia cardiaca, fiebre…).
  • Y, lo más importante, hable con él sobre cómo se encuentra. La información sobre dónde, cómo y cuánto le duele alguna parte de su cuerpo será primordial.

¿Qué ocurre cuando se trata de bebés?

En estos casos será muy importante fijarse en su llanto y en sus gestos. Si el bebé llora en un tono más alto y durante más tiempo que el habitual significa que sienten algún tipo de malestar. En cuanto a los gestos, algunos bebés fruncen el ceño, aprietan los ojos e incluso les tiembla la barbilla ante síntomas de dolor.

También modifican la posición de su cuerpo. Lo más común es que cuando padezcan dolor tensen los músculos, encojan los brazos, levanten las piernas y, a veces, estiren todo el cuerpo. Otro indicador puede ser los puños cerrados o el cuerpo totalmente rígido.

Además, será importante ver su comportamiento. Si no quieren comer ni dormir y se muestran irritables pueden estar sufriendo dolor. Sin embargo, en los casos más extremos, cuando el bebé está excesivamente débil, parecerá adormilado, callado y sin moverse durante largos periodos de tiempo.

Ahora bien, ante cualquier indicio de dolor, es importante consultar con el pediatra para que sea un profesional quien evalúe el malestar del niño o bebé. En Medicina del Dolor estamos a su disposición para asesorarle.

Dra. Carmen De Andrés
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